Octubre 10 de 1868: En el ingenio azucarero “La Demajagua” propiedad del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes se produce el levantamiento que dio inicio a la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878).

Este 10 de Octubre del 2022 se cumplen 154 años de ese acontecimiento histórico de trascendental importancia cuyas causas fundamentales fueron enunciadas en la Declaración de Independencia:  “Nosotros creemos que todos los hombres somos iguales; amamos la tolerancia, el orden y la justicia en todas las materias; respetamos las vidas y propiedades de todos los ciudadanos pacíficos aunque sean los mismos españoles, residentes en este territorio; admiramos el sufragio universal, que asegura la soberanía del pueblo…”, es decir que en dicha Declaración se postula el camino de cómo habría de ser la República, como después se consagró en la Constitución de Guáimaro, el 10 de abril de 1869.

José Martí alumno del Instituto de La Habana y discípulo de Don Rafael María de Mendive recibe la noticia con entusiasmo y es entonces que escribe un soneto como testimonio de su simpatía por la causa independentista. Publicado en los primeros meses de 1869 en el periódico manuscrito “El Siboney” que circulaba entre los estudiantes del Instituto, constituyendo el primero de su autor con carácter patriótico e independentista.

Soneto al 10 de octubre

No es un sueño, es verdad: grito de guerra

Lanza el cubano pueblo, enfurecido;

El pueblo que tres siglos ha sufrido

Cuanto de negro la opresión encierra.

Del ancho Cauto a la Escambraica sierra,

Ruge el cañón, y al bélico estampido,

El bárbaro opresor, estremecido,

Gime, solloza, y tímido se aterra.

De su fuerza y heroica valentía

Tumbas los campos son, y su grandeza

Degrada y mancha, horrible cobardía.

Gracias a Dios que ¡al fin con entereza

Rompe Cuba el dogal que la oprimía

¡Y altiva y libre yergue su cabeza!

Enumerar lo ocurrido en los años comprendidos entre 1868 y 2022 requeriría libros. Toquemos solo uno de los capítulos a grandes saltos: la emigración.

En nuestra realidad histórica, los cubanos hemos pasado por las variantes de ser emigrantes en diferentes épocas con acentuadas diferencias. La emigración de la Guerra de los Diez Años, fue diferente a la del 95. La gran mayoría del 68 estaba formada por familias que salieron de Cuba a causa de los desmanes violentos de los voluntarios y el poder colonial. Un por ciento muy elevado de esas familias poseían algún acomodo, gracias a lo cual les facilitó primariamente asentarse en el extranjero, pero sus bienes les fueron confiscados, por lo que se encontraron desprovistos de fuentes que les permitieran una vida holgada. No obstante, se dedicaron a ayudar a los insurrectos en la isla y contribuyeron al envío de no menos de catorce expediciones con avituallamientos en momentos en que la contienda bélica estaba en pleno apogeo. En el 95-98, los emigrados cubanos en los Estados Unidos eran en su inmensa mayoría obreros establecidos en Cayo Hueso, Tampa y otras poblaciones de la Florida; en Louisiana, en Nueva York y otros estados del Este. Estos emigrados, muchos de los cuales adoptaron la ciudadanía americana y se adaptaron al nuevo ambiente social, económico y político, sin que mermaran sus sentimientos patrióticos, antes bien, exaltados por su ausencia de la tierra nativa, contribuyeron con los fondos del Partido Revolucionario Cubano y otros donativos en el curso de la guerra. El número de expediciones con hombres y pertrechos a la Isla se cuentan en varias decenas de las cuales la más grande incautada por las autoridades norteamericanas en La Fernandina organizada por Martí todavía nos causa dolor.

Las huellas de los próceres del siglo XIX fueron continuadas en la época de las dictaduras de Machado y Batista y cuando la llamada “Revolución castrista” se transformó en un estado totalitario y muchos emprendieron el camino del rescate de su libertad, con un gran saldo de fusilados, presos políticos, reconcentrados y perseguidos de toda índole, un exilio de más de dos millones se estableció en EE.UU. y muchas otras partes del mundo con el consiguiente derroche de patriotismo militante y sacrificios en aras de la lucha por la Libertad.

Así las cosas, el panorama político, económico, social y cultural que vive nuestra Patria, es dramático e insuperable sino ocurre un cambio de sistema. Porque hemos venido sufriendo ascendentes calamidades que absorbieron el quehacer creativo desde que en la década del sesenta fueron confiscadas las propiedades del ramo azucarero, mercantil e industrial que constituían la fuente del progreso de la Nación.

Hoy después del azote del virus chino, las protestas del 11J, el colapso de las plantas productoras de electricidad y las continuas protestas de septiembre de 2022 todo ha empeorado a pesar de la arrogancia de un régimen irresoluto que solo aspira a mantenerse en el poder a pesar de que los mitos de salud, educación, deporte y otros ya no sirven ni engañan.

El recuerdo del Grito de Yara, nos trae encontradas emociones que van desde el recuerdo de lo que hemos perdido, el ruego por el eterno descanso de nuestros mártires y los sueños de Libertad, nunca abandonados.

Esperanzas que se han renovado después de las masivas protestas populares del 2021 y lo que va del 2022 que estamos seguros culminarán con el GRAN PARO NACIONAL tan esperado como necesario.

Y cuando quizás al final de este largo camino muchos, quizás nosotros no, vean los ideales cumplidos de una Cuba Libre, todo quedará con un sesgo de satisfacción por haber cumplido con lo que el destino puso en nuestro momento histórico como hijos de una Patria amada a la que no podíamos fallar.  

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