El Salvador: el atractivo de los resultados a costa de la protección en una democracia convulsa

<strong>El Salvador: el atractivo de los resultados a costa de la protección en una democracia convulsa</strong>

Nayib Bukele ha conseguido lo que para muchos salvadoreños parecía inalcanzable: liberar al país de dos décadas de extorsión y violencia a manos de las bandas Mara Salvatrucha y Barrio-18 Por Evan Ellis.  04 Oct, 2023. INFOBAE El joven y carismático presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha conseguido lo que para muchos salvadoreños parecía inalcanzable:

Nayib Bukele ha conseguido lo que para muchos salvadoreños parecía inalcanzable: liberar al país de dos décadas de extorsión y violencia a manos de las bandas Mara Salvatrucha y Barrio-18

Por Evan Ellis.  04 Oct, 2023. INFOBAE

El joven y carismático presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha conseguido lo que para muchos salvadoreños parecía inalcanzable: liberar al país de dos décadas de extorsión y violencia a manos de las bandas Mara Salvatrucha y Barrio-18. La tasa de homicidios del país ha descendido de más de 100 por 100.000 a 7,8/100.000 el año pasado, una de las más bajas de la región. Los pequeños comercios ya no tienen que pagar extorsiones. El miedo a estar en espacios públicos ha disminuido, y la vida pública ha vuelto a las ciudades salvadoreñas.

Bukele ha logrado estos asombrosos resultados utilizando una supermayoría política para atropellar los procedimientos democráticos y la protección de los derechos humanos en el país. El Salvador se había desilusionado por décadas de corrupciónviolencia inseguridad, y por el fracaso de los gobiernos elegidos democráticamente a la hora de abordar los problemas que les aquejaban. En marzo de 2021, otorgaron al partido “Nuevas Ideas” de Bukele y sus aliados una abrumadora mayoría de 61 de los 84 escaños de la Asamblea Nacional de El Salvador. Bukele ha utilizado ese poder legislativo para eliminar a los opositores e instalar a sus leales en el sistema judicial que hace cumplir las leyes y la Constitución. Utilizó esa autoridad para imponer el estado de excepción en marzo de 2022, que ha seguido renovando, y que otorga a la policía, el ejército y otras instituciones gubernamentales autoridades extraordinarias. En este marco, Bukele ha acobardado a las bandas hasta la sumisión encarcelando a más de 71.000 salvadoreños, el 1% de la población del país, por infracciones como la sospecha de pertenencia a una banda. Ha montado una agresiva campaña en las redes sociales, ha impuesto duras condiciones carcelarias para intimidar aún más a las bandas y está construyendo una nueva megacárcel para 40.000 personas con el fin de recluir indefinidamente a los detenidos por su gobierno. Las nuevas leyes de su gobierno permiten juicios masivos de hasta 900 salvadoreños a la vez, eliminando la mayoría de las vías para establecer la inocencia individual. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha documentado 6.400 casos de malos tratos y 174 muertes en las prisiones salvadoreñas desde la represión.

En la foto la megacárcel en El Salvador. Tiene capacidad para 40.000 reclusos (Archivo DEF)

Tras dos décadas de dominio de las bandas sobre el país, la inmensa mayoría de los salvadoreños da prioridad a los aparentes buenos resultados obtenidos por Bukele sobre cuestiones inconvenientes como el proceso democrático y la protección de los derechos. El joven y carismático Bukele, ayudado por su directo y peculiar acercamiento a través de las redes sociales a la también joven población salvadoreña, goza actualmente de unos índices de aprobación superiores al 90%, con diferencia los más altos de la región. En julio, el Tribunal Supremo de El Salvador, repleto de leales a Bukele, adoptó una postura jurídica muy cuestionable según la cual, aunque la Constitución del país prohíbe que un presidente se presente a dos mandatos consecutivos, Bukele puede volver a presentarse y ser reelegido.

Aunque la reducción sustancial de la influencia de las bandas, la extorsión y los asesinatos es un logro loable para los salvadoreños, los éxitos de Bukele conllevan enormes riesgos para la región.

En el propio El Salvador, el estado de excepción renovado perpetuamente ha creado un estado policial de facto, en el que las autoridades siguen deteniendo a miles de personas bajo sospecha de pertenencia a una banda, ya sea por tener un tatuaje, por haber sido denunciado o simplemente por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. La represión de Bukele se ha extendido ya a las restricciones a los medios de comunicación y a las amenazas de investigaciones penales a medios como El Faro, que cuestionan su actuación. Numerosos periodistas se han visto obligados a abandonar el país. Al igual que durante el auge de otros estados autoritarios como la Alemania nazi, la mayoría de los salvadoreños parecen dispuestos a “agachar la cabeza”, disfrutando de la mayor seguridad, mientras se tranquilizan pensando que las autoridades no van a por ellos, sino a por otros que “se lo merecían”.

A largo plazo, como ocurrió con el primer enfoque de “Mano Dura” contra las entonces recién surgidas pandillas en 2004, la represión y el encarcelamiento corren el riesgo de transformar a los perseguidos en algo aún más peligroso. Si la anterior generación de represión aceleró el reclutamiento de bandas en las cárceles y la coordinación a nivel nacional, el actual abandono de las libertades civiles corre el riesgo de incubar una generación que busca venganza contra un Estado autoritario que mató o maltrató a sus “hermanos” pandilleros, y con poca compasión por los daños colaterales a la población que se mantuvo al margen mientras sucedía.

Más allá de El Salvador, las políticas de Bukele amenazan con extender la violencia de las bandas y con fomentar soluciones autoritarias en una región ya profundamente escéptica sobre la capacidad de las democracias para ofrecer resultados. La represión de Bukele ya ha desplazado a miembros de las bandas a países vecinos como Honduras, adonde llegan amargados y con profundas necesidades económicas. Al mismo tiempo, el éxito percibido de Bukele y la popularidad asociada han atraído la atención generalizada en toda la región de países que sufren sus propios problemas de violencia e inseguridad. El gobierno Libre de Xiomara Castro en Honduras ha seguido el ejemplo de Bukele, imponiendo su propio estado de emergencia y la represión de las bandas en 162 ciudades hondureñas desde septiembre de 2022. En Ecuador, donde la violencia alimentada por el narcotráfico entre los Choneros y las bandas rivales ha estallado tanto en las cárceles como en las calles, un candidato de alto perfil en las elecciones anticipadas del 20 de agosto, Jan Topic, ha abogado por una represión al estilo de Bukele. En GuatemalaCosta Rica Chile, entre otros países, el modelo Bukele de respuesta a la violencia se ha convertido en un tema importante del discurso público.

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