Aunque la aceptación como miembro asociado representa un primer paso, la isla enfrenta importantes desafíos económicos y políticos que le impiden acceder a una integración total en el bloque de economías emergentes. Redacción de CiberCuba. 27/10/2024 – En la foto Vladimir Putin y Miguel Diaz-CanelFoto © Cubadebate La aceptación de Cuba como miembro asociado de
Aunque la aceptación como miembro asociado representa un primer paso, la isla enfrenta importantes desafíos económicos y políticos que le impiden acceder a una integración total en el bloque de economías emergentes.
Redacción de CiberCuba. 27/10/2024 –
En la foto Vladimir Putin y Miguel Diaz-CanelFoto © Cubadebate
La aceptación de Cuba como miembro asociado de los BRICS ha sido un paso significativo para la isla, que busca nuevas alianzas económicas y diplomáticas en un escenario global cada vez más competitivo. Sin embargo, convertirse en miembro pleno de este bloque de economías emergentes presenta una serie de desafíos que Cuba deberá enfrentar si desea participar con todos los derechos en las decisiones y estrategias del grupo.
Actualmente, el estatus de miembro asociado le permite a Cuba ser parte de algunas iniciativas del grupo, pero sin poder de voto ni toma de decisiones. Para avanzar hacia una membresía total, la nación caribeña necesita fortalecer su estabilidad económica, reformar su modelo de gobernanza y ampliar sus compromisos de inversión con los países clave del bloque, como China y Rusia.
La estabilidad económica, un reto fundamental
Uno de los principales obstáculos que enfrenta Cuba para alcanzar una membresía plena en los BRICS es la falta de estabilidad económica interna. La economía cubana, marcada por un sistema centralizado y de control estatal, sufre de una profunda crisis energética que se traduce en apagones prolongados que afectan tanto la vida cotidiana como la actividad productiva. La escasez de productos básicos, como alimentos y medicamentos, ha sido un problema constante para la población cubana, situación que se agrava con la limitada apertura del país al capital privado y la inversión extranjera.
La falta de divisas y la escasa inversión externa dificultan la reactivación del sistema productivo cubano, lo que limita su capacidad para generar crecimiento económico sostenido. Aunque Cuba ha recibido apoyo financiero y créditos de sus aliados más cercanos en el bloque BRICS, especialmente de China y Rusia, este respaldo no ha sido suficiente para superar los problemas estructurales de su economía. Para ser considerado un socio económico estable por los demás países del grupo, Cuba deberá consolidar su relación con estos aliados, transformando la cooperación actual en compromisos más amplios y de largo plazo que incluyan inversión en sectores clave como la energía y la infraestructura.
Reforma del modelo de gobierno: una condición ineludible
El otro gran desafío que enfrenta Cuba en su camino hacia una membresía plena en los BRICS es la necesidad de reformar su modelo de gobernanza. A pesar de la diversidad de sistemas políticos dentro del grupo, los BRICS comparten la necesidad de adaptarse a estándares de gobernanza que faciliten la integración económica y la atracción de inversiones. Esto incluye la adopción de marcos jurídicos claros para proteger a los inversores y una mayor apertura a la participación del sector privado.
Cuba, con un modelo de gobernanza rígido y centralizado, se encuentra lejos de cumplir con estos requisitos. Aunque en los últimos años ha permitido la creación de pequeñas y medianas empresas y ha realizado algunas aperturas al sector privado, estas reformas han sido lentas y limitadas. El control estatal sigue siendo un obstáculo para la modernización económica del país, y la falta de seguridad jurídica para los inversores extranjeros genera desconfianza y frena la llegada de capitales necesarios para el desarrollo económico. Sin una transformación más profunda de su estructura económica y legal, que permita mayor transparencia y facilite la inversión, Cuba no puede cumplir plenamente con las expectativas de gobernanza del grupo BRICS. Esto lo mantiene alejado de una posible membresía plena, ya que la adaptación a estas normativas es clave para el éxito de la cooperación dentro de un bloque que busca una integración económica más amplia y sólida.
La importancia de la agenda global y la voluntad política de los BRICS
Además de sus desafíos internos, la posibilidad de que Cuba se convierta en miembro pleno de los BRICS depende también de la voluntad política de los actuales miembros del grupo. Las recientes decisiones de los BRICS, como la negativa de Brasil a la integración de Venezuela, demuestran que la política interna y la percepción de estabilidad de los países interesados juegan un papel crucial en la ampliación del bloque. En el caso de Cuba, la percepción de los miembros actuales sobre su capacidad para cumplir con los compromisos del grupo y su estabilidad política y económica será determinante.
Por otro lado, para alinearse con la agenda global de los BRICS, Cuba deberá adaptarse a los objetivos estratégicos del grupo, que incluyen la promoción de un comercio internacional más justo y menos dependiente del dólar estadounidense, así como la construcción de una economía global más multipolar. Esto implica no solo participar en proyectos de desarrollo conjunto impulsados por el bloque, sino también adaptar su política exterior para alinearse con los intereses y la visión de los BRICS en un contexto global.
Un camino largo y complejo para Cuba
La inclusión de Cuba como miembro asociado de los BRICS ha sido vista como una oportunidad para la isla de fortalecer su diplomacia económica y explorar nuevas alianzas estratégicas. Sin embargo, este estatus no garantiza un acceso automático a la membresía plena, y los desafíos que enfrenta Cuba son considerables. Las reformas necesarias para alcanzar la estabilidad económica y modernizar su modelo de gobernanza requieren de un compromiso político y social profundo, así como de una mayor apertura a la inversión extranjera.
En el contexto de la reciente solicitud de Venezuela para ingresar al grupo BRICS, la postura de países como Brasil, que vetó su incorporación, subraya la importancia de demostrar estabilidad y alineación con los intereses del bloque. La negativa a Venezuela demuestra que los miembros actuales son cautelosos al considerar la integración de nuevos países que podrían afectar la cohesión y estabilidad del grupo.
Aunque el estatus de miembro asociado de Cuba representa un avance significativo, el camino hacia la membresía plena será largo y requerirá de un esfuerzo sostenido por parte de la isla para superar sus problemas estructurales y consolidar su lugar dentro de un grupo de economías emergentes que buscan desafiar el dominio de las potencias occidentales. La efectividad de esta integración dependerá de la capacidad de Cuba para materializar acuerdos y participar activamente en los proyectos conjuntos con los miembros plenos del bloque.
En conclusión, “todo muy bonito” en titulares, pero, Cuba está lejos de lograr convertir esta inclusión en una mejora palpable de las inversiones que tanto requiere el régimen cubano para continuar a flote. A pesar de las declaraciones e inclusiones, todos los países que pertenecen a los BRICS conocen la realidad de Cuba; todos han sido “mordidos” por la ineficacia del régimen y su facilidad para olvidar deudas y compromisos. Los BRICS de hoy se parecen muy poco al antiguo CAME: no se basan en principios de solidaridad ni en nada similar. Es un bloque económico marcado por un pragmatismo palpable. ¿Qué lugar tendrá Cuba en dicho bloque? Uno muy pequeño, si continúan por la senda de la continuidad de Díaz-Canel.
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