OPINIÓN Via diariodecuba.com Armas y drogas, cargamentos secretos del régimen FRANK CALZON | Washington | 26 Abr 2016 – 8:50 am. | 7 Alejandro Castro Espín. (ISLAMIACU.BLOGSPOT.COM) El reciente descubrimiento por la policía panameña de más de 400 kilos de cocaína en un barco cubano con destino a Bélgica recibió poca atención en los medios de
Armas y drogas, cargamentos secretos del régimen
El reciente descubrimiento por la policía panameña de más de 400 kilos de cocaína en un barco cubano con destino a Bélgica recibió poca atención en los medios de EEUU. La droga, oculta entre tanques de melaza de caña, fue hallada por agentes de los servicios de inteligencia en el puerto de Colón.
Exactamente lo mismo pasó en 2013, cuando Panamá descubrió un gran cargamento de material de guerra en camino de Cuba hacia Corea del Norte. En aquella ocasión, La Habana alegó que Cuba no había cometido ninguna falta, que el barco llevaba solo una donación de azúcar cubana para el desdichado pueblo norcoreano. Un registro demostró lo contrario. Esta vez, La Habana insiste en que la droga hallada la semana pasada podía haberse embarcado en el mismo puerto panameño donde se descubrió, y hay quienes se hacen eco de esa “explicación”.
Por su parte, fuentes panameñas destacan el parecido entre este episodio y el de 2013, en que aviones de guerra y proyectiles viajaban debajo de toneladas de azúcar en un carguero norcoreano con destino a Pyonyang.
El blog Capitol Hill Cubans reportó que la operación ocurrida en la Zona Franca de Colón “se conoce por el apodo de Operación Caña Brava”, y recuerda que “en 2013 la Administración Obama permitió que el régimen cubano saliera libre de culpa, no obstante las pruebas fehacientes de que Cuba era el centro de un embarque de armas ilegal de gran envergadura, salido del puerto del Mariel hacia Corea del Norte”.
En 1993 un tribunal federal de EEUU admitió una causa penal contra el general Raúl Castro por haber participado en una confabulación que trajo de contrabando a EEUU más de siete toneladas de cocaína en un plazo de 10 años. Según Capitol Hill Cubans, la Administración Clinton “anuló la causa”.
El barco norcoreano Chong Chon Gang montó carga en el puerto del Mariel, un punto que representa el mayor esfuerzo del régimen castrista por ampliar el comercio de la Isla. Desde Washington, una fuente comentó: “Es muy probable que el cargamento de cocaína también se originara en el puerto del Mariel”. Como han señalado Mauricio Claver-Carone y otros expertos, es inconcebible que tanto el embarque de armas a Corea del Norte como el de cocaína a Bélgica hayan podido ocurrir sin la aprobación del Gobierno cubano al más alto nivel.
Todo funcionario cubano guarda vivo recuerdo del fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, cuando iba a ser nombrado jefe de uno de los tres Cuerpos de Ejército de Cuba. Según Fidel y Raúl Castro, Ochoa fue condenado a muerte por su papel en el narcotráfico, aunque la pena capital no figura entre las sanciones que se contemplan por ese delito. El régimen declaró que Ochoa tenía que morir porque, con su tráfico de drogas, había puesto en peligro la seguridad del país (supuestamente, por dar pie a que el enemigo, EEUU, tomara medidas enérgicas contra la revolución).
Se acaba de celebrar el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), pero el contrabando de drogas a Bélgica no formó parte de las discusiones. Y tampoco es probable que el presidente Barack Obama le haga mucho caso.
Raúl Castro tiene preferencia por la vía marítima para fletar cargas en misiones peligrosas. En 2015 la Marina de Guerra colombiana interceptó otro barco más, el Da Dan Xia, embarcación de bandera china destinada al puerto del Mariel con “alrededor de 100 toneladas de pólvora, casi tres millones de detonadores y unos 3.000 proyectiles de cañón”. Las armas venían ocultas bajo toneladas de grano, a pesar de que Cuba, como todo país soberano, tiene todo el derecho a comprar armamento. El encubrimiento se debía, probablemente, a que el destinatario no era Cuba, sino los rebeldes colombianos, ya que el itinerario del barco chino incluía escalas en dos puertos colombianos, Cartagena y Barranquilla.
En los tres barcos mencionados —el cubano, el norcoreano y el chino— el modus operandi ha sido el mismo: la carga venía oculta debajo de melaza, azúcar o granos. En el caso norcoreano, al principio La Habana les mintió a los panameños; y en el de la cocaína, sigue insistiendo hoy en que la droga escondida debajo de la carga de melaza no fue embarcada en Cuba.
Sobre el embarque de armas hacia Corea del Norte, un informe bien documentado de Naciones Unidas alegó que las medidas tomadas para ocultar las armas eran extraordinarias, y que el intento de contrabando constituía una violación de las sanciones impuestas a Pyongyang. Sin embargo, se citaba un comentario de Roberta Jacobson, vicesecretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, de que el embarque no tenía tanta importancia como para amenazar la iniciativa cubana del presidente Obama.
El teniente coronel Alejandro Castro Espín, oficial de inteligencia e hijo de Raúl Castro, encabezó el equipo cubano que logró que se sacara a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo internacional. Alejandro Castro se reunió con Obama en Panamá y Nueva York en 2015, cuando el presidente se encontró con Raúl Castro.
Cuando la policía panameña detuvo el barco de Corea del Norte, la prensa informó que buscaba un cargamento de drogas. Lo que encontró, en cambio, fueron aviones de guerra y cohetes. Ahora, en otro barco, oculto también bajo un dulce producto cubano aparece un cargamento de cocaína. Sin embargo, dado el clima internacional, no es de esperar repercusiones mayores. Tampoco es difícil suponer que el régimen castrista seguirá operando del mismo modo: vendrán otros barcos con más mercadería disimulada.
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