Por José A. Gutiérrez Solana El 11 de septiembre del 2001, cambió radicalmente lo ordinario de cada ser humano del mundo civilizado. Un suicida puede por diferentes motivos despreciar su vida, pero cuando la intenta cambiar por muchas otras los alcances son infinitos. La humanidad entregó ese día alrededor de tres mil vidas en condiciones
Por José A. Gutiérrez Solana
El 11 de septiembre del 2001, cambió radicalmente lo ordinario de cada ser humano del mundo civilizado. Un suicida puede por diferentes motivos despreciar su vida, pero cuando la intenta cambiar por muchas otras los alcances son infinitos.
La humanidad entregó ese día alrededor de tres mil vidas en condiciones aterradoras; el número de cadáveres en correspondencia con su identidad fueron pocos, el arduo trabajo de identificar las partes humanas nunca llegó ni llegará a cifras considerables. Temperaturas muy altas procedentes de la combustión de gasolina de alto octanaje ligadas a la fusión de 20 toneladas de aluminio de cada avión que al contacto con el agua de los surtidores contra incendios produjeron explosiones de resultados catastróficos. El impacto de los aviones debilitó el núcleo central de vigas y las laterales cedieron cayendo piso sobre piso como resultado de las implosiones. El Pentágono igualmente sufrió el fuego ocasionado por un avión en vuelo este – oeste con tanques llenos de gasolina para un viaje de esa envergadura. En los prados de Pennsylvania, los resultaron fueron distintos, pasajeros ya informados de lo ocurrido en New York frustraron las intenciones de los secuestradores de alcanzar en Washington la Casa Blanca o el Capitolio.
Los antecedentes de la acción terrorista son espeluznantes; en cada avión degollaron inicialmente dos o tres pasajeros con cuchillas pequeñas de cortar cartón para implantar el terror. Los primeros reportes de TV y radio pusieron en meditación y por qué no en lágrimas a una audiencia mundial.
Por encima del dolor de todo un pueblo surgió una nación unida. Un consenso de luchar contra el terrorismo hizo surgir las fibras patrióticas en conciencia de sucesos inesperados. Los métodos utilizados por los enemigos de la Libertad jamás servirán para promover una causa medianamente justa. Se vieron muchas cosas que me reafirmaron la fe en el ser humano. En New York un negocio de vender zapatos de sport en el área de Times Square regaló 5,000 calzados cómodos para que sobre todo las mujeres pudieran caminar (los autos de alquiler, buses y trenes no circulaban). Caminando desde mi trabajo al área de los barcos para New Jersey me regalaron varias botellas de agua, ví alguién que parecía un Doctor en Medicina y alguien de cuello y corbata dirigiendo el tráfico, pues los agentes del orden estaban en el downtown. Aún con poca información de lo sucedido encontré unos árabes que vendían “carne en pincho” en un kiosco en la acera de la esquina de la 52 St. y 6ta. Ave. celebrando, me llamó la atención, pero no valoré el significado, a los dos días cuando permitieron entrar a la ciudad volví al lugar con la intensión de exigirles una respuesta o quizás confrontarlos, ya no estaban allí. Los barcos a New Jersey que cruzan el Hudson river, no cobraban, nadie tenía apuro ni le importaba que se le metieran delante, los túneles y puentes estaban cerrados. Cerca del área del ataque, autos y gente a pie llegaban con agua, alimentos y mercancías para los obreros de rescate y las dejaban sin buscar que alguien las recibiera y le diera constancia del aporte. Cuando el Alcalde de la ciudad Rudolph Giuliani dijo que el que no tuviera una encomienda relacionada con las labores de rescate que acudiera a los restaurants, teatros, cines y tiendas en New York para que la ciudad volviera a su ritmo normal, la respuesta fue contundente; esa noche fuimos a ver la obra sobre la vida de la “Lupe”, el teatro estaba lleno pero había un silencio extraño, como no había parqueo disponible, estacionamos en la calle, cosa inimaginable en cualquier día normal, y ni nos pusieron multa ni nos remolcaron el auto. Las Iglesias se llenaron de gentes de todas las denominaciones y extracciones sociales en oración. En viviendas, edificios y transportes ondearon las banderas en símbolo de amor y respeto a las víctimas y honrando a las agencias y organizaciones uniformadas que acudieron a ayudar entregando sus vidas en despliegue de lo mejor de la condición humana.
El Papa Juan Pablo II en peregrinaje por Kazakstán dijo: “El odio, el fanatismo y el terrorismo profanan el nombre de Dios y desfiguran la verdadera imagen del hombre”.
El pueblo puso sus bolsillos donde estaban sus sentimientos y las donaciones alcanzaron varios millones de dólares a The Twin Tower Fund, United Way o la Cruz Roja, y varias otras agencias humanitarias. Los daños iniciales se calcularon en unos $40 billones.
El Tele maratón del 21 de septiembre “América, tributo a los Héroes” fue visto por 100 millones de personas con un enorme monto de recaudación. Cuentan que la actriz Julia Roberts donó 2 millones de dólares y que los desamparados de New York ofrecieron sus recogidas de latas y botellas.
La historia que recoja el comportamiento humano no podrá nunca justificar estos hechos. No se podrá borrar de nuestras mentes, seguimos orando por las víctimas y sus familiares en un ruego a Dios por un merecido descanso apoyado en la gratitud de todos.
Doy gracias a Dios por haberme permitido vivir la intensidad de esos días a pesar del dolor y la impotencia que aún me embargaba.
2 comments
2 Comments
Frida Masdeu
September 11, 2023, 4:04 pmGracias querido Solana por este testimonio. Uno de los mejores que he leido sobre ese dia.
REPLYGuillermo Alfonso
September 12, 2023, 8:25 am¡Genial! , nunca podremos olvidar esos dias vividos de tristeza,angustia y a la vez de gran valor patriotico. God Bless America y a todos los que perdieron su vida en tan terrible atentado
REPLY